1. Dios, que protegió la venida de Cristo (Ex 1: 15-22)
    Mt 2: 13-16

El faraón, rey de Egipto, temía que el pueblo de Israel prosperara, por lo que ordenó que si una mujer israelita daba a luz a un niño, el niño debía ser asesinado. Pero Dios protegió la venida de Cristo. (Éxodo 1: 15-22)

Éxodo 1: 15 Y habló el rey de Egipto á las parteras de las Hebreas, una de las cuales se llamaba Siphra, y otra Phúa, y díjoles: 16 Cuando parteareis á las Hebreas, y mirareis los asientos, si fuere hijo, matadlo; y si fuere hija, entonces viva. 17 Mas las parteras temieron á Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que reservaban la vida á los niños. 18 Y el rey de Egipto hizo llamar á las parteras, y díjoles: Por qué habéis hecho esto, que habéis reservado la vida á los niños? 19 Y las parteras respondieron á Faraón: Porque las mujeres Hebreas no son como las Egipcias: porque son robustas, y paren antes que la partera venga á ellas. 20 Y Dios hizo bien á las parteras: y el pueblo se multiplicó, y se corroboraron en gran manera. 21 Y por haber las parteras temido á Dios, él les hizo casas. 22 Entonces Faraón mandó á todo su pueblo, diciendo: Echad en el río todo hijo que naciere, y á toda hija reservad la vida.

Cuando el rey Herodes supo que Cristo había nacido, mató a los niños que nacieron para matar a Cristo. Sin embargo, Dios hizo que la familia de José huyera a Egipto para proteger a Cristo que había nacido. (Mt 2: 13-16)

Mt 2: 13 Y partidos ellos, he aquí el ángel del Señor aparece en sueños á José, diciendo: Levántate, y toma al niño y á su madre, y huye á Egipto, y estáte allá hasta que yo te lo diga; porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para matarlo. 14 Y él despertando, tomó al niño y á su madre de noche, y se fué á Egipto; 15 Y estuvo allá hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor, por el profeta que dijo: De Egipto llamé á mi Hijo. 16 Herodes entonces, como se vió burlado de los magos, se enojó mucho, y envió, y mató á todos los niños que había en Bethlehem y en todos sus términos, de edad de dos años abajo, conforme al tiempo que había entendido de los magos.